sábado, 1 de julio de 2017

CACIQUES DE LA REGIÓN: GUENEIPANG LA HIJA DEL LEÓN



Mediaba el crudo invierno del año 1889, cuando dejaba de existir en un mísero rancho de las afueras de Tandil una india casi centenaria que había sido  una figura de leyenda en la historia del desierto. Su nombre cristiano era Tadea, pero los indios la llamaban Gueneipang, "La hija del león".


Carlos Morel (dibujo) y Gregorio Ibarra (impresión) Indios Pampas. Serie Grande de Ibarra. Litografia argentina 1841. Litografia sobre papel 21 x 26,5 cm. Colección Museo Nacional de Bellas Artes, inventario 8073

La vida de esta mujer es una de las historias más interesantes de la pampa. Había nacido en el año 1795, hija y nieta de caciques famosos, cuarenta años antes de que el gran Calfucurá viniera de su tierra de Arauco, Chile, para fundar el imperio pampeano, organizando la confederación de todas las tribus para sostener una guerra ofensiva y defensiva contra las expediciones militares de los cristianos, a los que tuvieron en jaque durante casi media centuria.

"La china Tadea" era considerada por los suyos como la heredera de todas las tierras comprendidas entre Tandil y la sierra del Vuulcán, las inmensas praderas del este de Buenos Aires, hasta el mar. Autoritaria y enérgica, supo conservar su poder y su influencia entre los pampas y ranqueles hasta que se inició el ocaso del poderío indígena.

Indios pampas trabajando por Carlos Enrique Pellegrini año 1836

Contaba treinta años cuando, en cumplimiento de las órdenes del gobernador Las Heras, don Juan Manuel de Rosas, al frente de una columna expedicionaria, llegó a sus dominios. Era en 1825. Consistía la difícil misión del futuro Restaurador de las Leyes en fijar, de acuerdo con los grandes caciques, la línea de fronteras "desde la costa hasta el Tandil, desde aquí hasta en el rumbo del SO. a NO., comprendiendo la mitad de los arroyos Chapaleofú y Tapalqué hasta Mercedes".

Las tribus, que algún tiempo antes habían recibido la promesa oficial de que se les devolverían las tierras del Tandil, exigían airadamente la entrega de las mismas y la demolición del fuerte Independencia. Rosas, que conocía a los indios como pocos cristianos, se desempeñó con su energía y su astucia características, dice Carlos Ibarguren en su interesante biografía del célebre argentino. Comenzó enviando a los toldos al famoso lenguaraz José Valdebenito, para invitar a los caciques a un gran parlamento.

 
Asamblea de los jefes indígenas del sur

Es en esta ocasión que "La china Tadea" aparece por primera vez en la historia, o, si se quiere, en los relatos históricos del desierto. “La hija del León", Semíramis1 cobriza, se presentó en la asamblea de los jefes indígenas del sur a caballo, seguida por una comitiva do caciques y capitanejos que arrastraban sus lanzas invertidas.

Un episodio dramático "Obesa, arrogante, sin la fealdad propia de las mujeres pampas, la gran cacica del Tandil tenía el rostro pintado de rojo, ceñía una vincha con plumas de avestruz, collares y brazaletes de hueso y de metal, vestía una túnica azul con bordados color" sangre, y estaba descalza", dice otro historiador Adolfo Saldias, en su "Historia de la Confederación Argentina" (Apéndice del Tomo I).

Expedición al desierto. Litografía de Calixto Tagliabúe

En medio del cuadro imponente, formados los salvajes sombríos y ceñudos en línea de batalla al pie de la sierra, la princesa pampeana y el futuro Restaurador se enfrentaron y miraron fijamente: el hermoso cristiano rubio y la india gorda y altanera. Rosas empezó a hablar en la lengua indígena, que conocía a la perfección. Su acento grave y metálico resonaba en la mañana. Los indios, recostados en sus lanzas, lo escuchaban, inmóviles y silenciosos:

"El gobierno me ha comisionado para que ajuste un tratado de paz tan santo y verdadero como el sol. Yo, fiel y obediente cristiano, le he prometido hacer cuanto pueda para conseguir las paces que desea y que tanto valdrán a nuestros amigos y hermanos los indios”

Una voz ronca e iracunda lo interrumpió. Era el cacique Chañil, que comenzó a denunciar los abusos y engaños de que habían sido víctimas los indios durante las  recientes expediciones del general Martín Rodríguez. El cacique echaba espuma, rugía como un tigre enfurecido. De pronto, la cacica Tadea, que había escuchado a Rosas como fascinada, lanzó su caballo sobre el energúmeno y lo hizo enmudecer con un grito ronco y seco. Rosas pudo terminar su largo discurso.

Pocos días más tarde, aceptadas por ambas partes las condiciones, se concertaron las paces de 1825. Muchos años después, el Restaurador afirmaba que ellas se debieron en cierto modo a "La china Tadea". Cuando Rosas volvió al desierto, en su célebre expedición al Colorado, en 1833, al pasar por la tierra de los puelches pidió noticias de la gran cacica, y al informarse que se hallaba en el país de los vorogas, donde habíala sorprendido una epidemia de viruela negra, creyó que no volvería a saber de ella.

Ataque indio, óleo de Juan Mauricio Rugendas. 1845
El malón, 1845, óleo de Mauricio Rugendas.


Pero se equivocaba. El nombre de "La hija del león" fué mencionado durante Ias campañas y malones desde 1835 hasta Caseros. En 1845, el Restaurador recibió en su quinta de Palermo a un emisario .de la cacica, pidiéndole la libertad de una hija suya que había sido llevada dos años antes a su estancia Los Cerrillos, donde la cautiva trabajaba como sirvienta. El todopoderoso gobernador la mandó remitir inmediatamente al Tandil, con algunos valiosos regalos para "su amiga Gueneipang".


Juan Mauricio Rugendas. El rapto. Rescate de una cautiva, 1848.
Juan Mauricio Rugendas, El regreso de la cautiva, 1848

Treinta años después de las paces de 1825, cuando las tribus de Calfucurá volvieron a dominar todo el sur y oeste de la provincia, desde Bahía Blanca hasta Junín y los malones despoblaron los campos de la frontera, arrollando a las tropas del gobierno, se volvió a oír el nombre de la famosa india, una de cuyas "damas de honor" era la no menos famosa Camayllán Caturá (Garza Grande), la hija mayor de Calfucurá, india inteligente y hermosa, cuyo nombre ha quedado en las leyendas pampeanas. 


 Misterios de la Historia: Calfucurá
Contado por Eduardo Rothe - Gentileza Telesur TV

 La era de los caciques. Calfucurá. 
Realización: Mauricio Minotti - Guión: Diego Arandojo
Producción: Malchiko Cine. Gentileza Diego Arandojo


Esta mujer, cuando su padre, vencido en 1873 tomó el camino de Salinas Grandes, capital de su imperio para dejarse morir de rabia y de vergüenza, acompañó, cobriza Antígona2, hasta el último instante al Edipo del desierto.

Las indias capitanas

Entre las innumerables y onerosas condiciones impuestas por los indios victoriosos en 1857 figuraba una por la cual las indias distinguidas de las tribus eran equiparadas a capitanas de la nación. Estas mujeres, que durante algun tiempo recibieron el sueldo correspondiente a su grado militar, eran las esposas y hermanas de los caciques principales.

"La china Tadea" fue nombrada teniente coronel, como jefa de tribu. Mientras las capitanas mas o menos jóvenes, entre las que figuraban algunas renombradas beldades indígenas, permanecían entregadas a sus tareas domésticas en sus toldos, Tadea, que ya andaba por los sesenta años, continuaba rigiendo los destinos de su heredado reino.
 
Cacique Namuncurá
Angel Della Valle. La vuelta del malón (detalle). 1892.

Hasta que llegaron los malos tiempos para los antiguos amos de la pampa. Después de una situación de semibeligerancia, a partir de 1857, Namuncurá, primera lanza de su temible padre, a fines de 1870 se lanzó sobre Bahía Blanca al frente de dos mil indios. Los jefes de las tribus confederadas le respondieron, menos "La hija del león", que a los setenta y cinco años ya no tenía los arrestos belicosos de otros tiempos. Posiblemente, la anciana princesa indígena preveía el cercano y definitivo desastre de su raza, cuando el Napoleón indígena encontró su Waterloo en el combate de San Carlos (1873), donde se quebró para siempre el poderío del imperio aborigen.


Indios pampas parlamentando con el huinca en Tandil en el año 1872. Ilustración Miguel Angel Desilio. Revista El Huinca. Año 1974
El curandero Jerónimo De Solané –conocido como “Tata Dios”- y un grupo de sus seguidores masacró a 40 personas incluyendo mujeres y niños en Tandil en el año 1872. Ilustración Miguel Angel Desilio. Revista El Huinca. Año 1974
Dispersas y fugitivas todas las tribus, que se refugiaron en los valles del Rio Negro abandonando los cristianos victoriosos los inmensos campos que fueron suyos durante siglos, "La hija del león" desapareció en la dispersión general. Contaba más de ochenta años, pero se conservaba fuerte y ágil.

Una mañana se presentó en la estancia del coronel Benito Machado, en Tandil. El bravo coronel, que durante cuarenta años había combatido contra las indiadas del sur y conocía personalmente a todos los indios de significación, ya fueran pampas, ranqueles, vorogas, huilliches, pehuenches o puelches, reconoció en la vieja india, arrugada poro erguida aun, a la antigua reina de los campos que, desde la sierra hasta el mar, heredara de sus mayores y gobernara con energía durante varias décadas.

— ¿En qué puedo servirte, Tadea? —preguntó el bondadoso militar, compadecido ante aquella grandeza caída.
La famosa cacica que medio siglo antes había tratado de potencia a potencia con don Juan Manuel de Rosas, arrogante y altanera, miró al célebre jefe cristiano con ojos claros todavía, y le dijo mansamente:
—Soy yo, coronel, la que viene a servir en tu estancia…—

El Coronel Benito Machado (1823-1909) junto a su esposa.
Durante los largos años que siguieron, Gueneipang, "La hija del león", ex teniente coronel y reina de las tribus del Tandil, desempeñó las humildes tareas de cocinera en la estancia de Machado, Este, conmovido ante la edad y la miseria de la antigua princesa indígena, quiso aliviar su penosa situación, haciéndole reconocer y abonar parte de los sueldos militares que se le adeudaban desde 1870. Pero ella se negó.

—Sólo quiero trabajar para vivir, coronel —dijo con extraña dignidad, recordando que varios de sus hermanos de raza, temibles caciques en otro tiempo, como Epumer y Pincén, se ganaban la vida como peones en las estancias del sur. Pasaron muchos años. "La hija del león" continuó desempeñando sus humildes tareas culinarias en la estancia de Machado, en medio de los vastos y ricos campos que un día fueron suyos. Allí, en un ranchito solitario de esa estancia, "La china Tadea" .sintió que llegaba la muerte, una fría noche de 1889. Contaba noventa y seis años.


REFERENCIAS:
1. Semíramis, legendaria reina de Asiria
2. En la mitología griega, Antígona es hija de Edipo y Yocasta y es hermana de Ismene, Eteocles y Polinices. Acompañó a su padre Edipo (rey de Tebas) al exilio.

Fuentes:
“La china Tadea” por Hector Pedro Blomberg
“Rosas en el Tandil. Tadea, la antigua dueña de estas tierras”. por Daniel Eduardo Pérez. http://historicus-daniel.blogspot.com.ar/2014/10/rosas-en-el-tandil.html
Combate de San Carlos. 1873. http://www.revisionistas.com.ar/?p=6396

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